ENSEÑAR LA IDENTIDAD TERRENAL

REGISTRO DE LECTURA

Management of complexitySurge un cuestionamiento inicial que enfatiza un concepto idealista pero aterrizado a la realidad y se centra en un cambio de mente, y este es: ¿Cómo podrían las personas de la presente era pensar sus propias problemáticas y a su vez en las problemáticas de su tiempo? Esto con el fin de demostrar que no es solo enfocar el esfuerzo de pensar en la individualidad personal, sino también el cada campo de acción que está contenida en el contexto, porque de una u otra manera este también es nuestro y nosotros de él.

Para dar respuesta a la anterior pregunta es fácil denotar que hace falta compresión de la condición humana y también de la condición del mundo a través de la modernidad, modernidad llamada en otras palabras era planetaria (tiempo comprendido desde el siglo XVI), la cual ha sido la antesala de la mundialización, que significa el surgimiento de un objeto nuevo: el mundo como tal que atrapa a la humanidad con sus conceptos e innovaciones.

Lo anteriormente mencionado fundamenta la esperanza de despejar el problema planetario, el cual se puede argumentar que es aquel que se alimenta de los múltiples conflictos, crisis y dilemas de la sociedad en sus diferentes áreas y enfoques. Para lograr ello se requiere de un cambio de conciencia en el tiempo en que vivimos que se sustente en el pensar en la globalidad del contexto, lo multidimensional y lo complejo, en este último término (complejidad) es que se presenta el problema planetario ya que se contempla como un ciclo productivo o destructivo de las acciones contenidas en las partes del todo, es decir, se debe contemplar para la solución las complementariedades y antagonismos de las cosas (aseveración del principio de la dialéctica), de acuerdo a ello es de suprema importancia que esta sea la finalidad de la educación del futuro.

Para explicar la era planetaria se hace obligatorio recorrer la historia donde se puede tomar como punto de partida que todo comenzó con un conjunto de personas en cada continente, y que luego al entrar en los tiempos modernos la era planetaria de la comunicación sumergió a la humanidad. Ese conjunto de individuos: “principio de la humanidad” nunca produjo conceptualmente escisión genética (razas: pigmea, negra, amarilla, india, blanca) como objeto de desigualdad en términos fundamentales de la humanidad, pero si diversifico en lenguas culturas, destinos, ideologías que dieron a la luz creaciones e innovaciones.

A través de la historia capitales pequeñas como Madrid, Lisboa, Paris, Londres se lanzan a la conquista del Globo (año 1492 aproximadamente) y en medio de aventuras, guerras y muertes suscitan la era planetaria que comunica a los cinco continentes para lo mejor y para lo peor, esto soporta el concepto de planetarización desarrollada por los aportes de las civilizaciones, esta última engendra en el siglo XX dos guerras mundiales y a partir de ello la generalización de la economía liberal llamada mundialización, y es así como el mundo se vuelve cada vez más un todo. Cabe precisar muy acertadamente que el mundo a partir de ello vive una realidad unificadora pero de conflictiva esencia, es decir, la unificación mundializante está cada vez más acompañada por su propio negativo: “El mundo cada vez más se vuelve uno pero al mismo tiempo se divide”.

El siglo XX trae consigo un sin número de acontecimientos provenientes de la racionalización que contempla cálculos pero ignora el carácter humano, aparecen las muertes masivas y nuevos peligros como las armas nucleares, pero si bien es esto también su antagónico aparece y de este se fundamenta en la esperanza de la humanidad: “La capacidad creativa del hombre que sustenta a la ciencia y su supervivencia”.

En conclusión se podría aseverar que la unión planetaria de la presente era con todos sus abates y casos de éxito debe comprender una relación de afiliación de substancia afectiva que encamine a un avance en plena noción del contexto y de lo que somos. Y ¿Qué somos? Somos producto del desarrollo donde la Tierra ha sido nuestra madre y por ende como ella es un compendio de áreas o campos de acción nuestra obligación es comprenderla, es por esto que se debe imprimir en la conciencia y el corazón la necesidad de la educación gravitada en el pensamiento y el sentimiento que relacione la antropología, la ecología, el civismo y lo espiritual, es decir, basada en nuestra identidad terrenal. Es necesario enseñar sin oponer las partes del universo sino de ligar las patrias familiares, regionales, nacionales e integrarlas, es decir, no crear una sociedad de conjunciones sino de disyunciones que contemplen el significado de cada premisa porque nada está alejado de un tema en específico y este a su vez necesita del todo para obtener relevancia significativa que marque trascendencia de desarrollo social y cultural de la humanidad.